Cómo afrontar el dolor emocional

El gran problema del dolor es que nos pasamos la vida evitándolo.

Podemos dividir el dolor en dos tipos; el pequeño y el grande.

El dolor pequeño, se evita con decisiones pequeñas; micro-decisiones, como no ir al gimnasio el lunes después de trabajar, o no renunciar al bollo que te estás tomando con el café de media mañana. Es pan para hoy y hambre para mañana.

Luego está el dolor grande, el que se ha ido acumulando mientras has ido amontonando una gran cantidad de decisiones orientadas a evitar el dolor. De repente, te ves con 10 kg de más, cansado y deprimido, y pensar en revertir eso; se hace un mundo.

Bien, lo mismo pasa con el dolor emocional;

si nos pasamos el día evitándolo, evadiéndonos, consumiendo contenido vacío en redes o en Netflix, quedando con gente constantemente y buscando mil maneras de no estar donde tenemos que estar, para no sentir; al final te desconectas y te encuentras con un dolor gigante.

Es todo más fácil de lo que parece, el dolor duele y hay que dejar que duela; no es para siempre.

Si dejas que duela, dejará de doler; pero eso lo decides tú.

Tengo muchos pacientes que me confiesan su miedo a quedarse parados, a no hacer nada, porque les da miedo detenerse y caer en un abismo del que no sepan salir. Te hablo del vacío, de ese momento donde no le ves sentido a tu vida; o si se lo ves, pero te cansa todo el "chiringuito" que te has construido y lo que supone sostenerlo.

Sea cual sea el proceso mental, da igual, cuando estás ahí, en la mierda, lo sabes y es muy jodido. Pero, si te quedas, si mantienes la calma, respiras, te mantienes a oscuras; de repente hay una especie de calma que llega y te dice:

"Ya está, lo estás haciendo bien, estas viviendo, estás siendo valiente, estas pasando frio y estas aquí contigo"

Si no te abandonas a tu suerte, te das cuenta de que todo es una peli de miedo que te has construido y de la que buscas escapar. Te propongo que rompas el bucle de crear/escapar y observes qué pasa.

Porque si no lo haces, el miedo te va a dominar hasta tal punto que todas tus decisiones acabarán siendo una consecuencia de ese bucle. Aunque duela, aunque no sea como tú quieres, aunque te toque joderte; no importa, es solo un momento.

Las circunstancias siempre cambian, tu forma de hacer depende de ti.

Húndete; agóbiate, estate incómodo y bucearás. Y cuando hayas descubierto todo lo que hay muy muy en el fondo; podrás salir con todos los tesoros, la recompensa será tuya.

Cuando dejas de evitar el dolor, lo miras de frente y lo afrontas ocurre algo muy especial y mágico. Dentro de todo ese vendaval emocional, hay un punto de calma, de paz, de felicidad y de victoria.

Tú eres el protagonista de todo lo que te ha pasado, y hay cosas buenas y cosas malas, hay situaciones que podrías haber gestionado mejor y hay experiencias que preferirías no haber vivido. Pero al final, lo que importa no es lo que pasa sino como tú afrontas eso que pasa.

Aprender a afrontar el dolor te va a convertir en esa persona que sabe estar a la altura de las circunstancias, que sabe tomar decisiones difíciles, aunque no quiera, que sabe estar en los momentos importantes.

Y eso te lleva directamente al camino de la felicidad, de la paz y del amor.